Mi finalidad no es simplemente hacer fotos. Quiero que cada imagen cuente algo de valor: una historia, una emoción, un instante irrepetible.
Pueden hablar de la belleza (quizá de la tuya), de la complicidad, del amor o de mil cosas más. Ese es el sentido de mi trabajo.
Y para mí es así porque así es como veo la vida. Me gustan las cosas que tienen valor y que dejan huella. No me interesa lo superficial.
He pasado años en sectores donde no había valor humano, donde lo único que importaba era lo económico, y por eso terminé ofreciendo mis fotos.
No me malinterpretes, también trabajo para ganarme la vida, pero si mis fotografías pueden hacer que las personas con las que trabajo recuerden su día con emoción, se vean espectaculares y con un significado más profundo, sé que estoy en el lugar correcto.
Y sé que, si has llegado hasta aquí, te estarás preguntando:
¿Es este el fotógrafo que necesito?
¿Vale la pena lo que pide por unas fotos?
Eso lo decides tú.
Si esperas que te llene con una lista de mis grandes éxitos profesionales, con quién he trabajado, los premios que he ganado, pues te voy a decepcionar.
Realmente eso no es lo que importa.
No vendo fotos a peso, como en un mercado. Hago bodas sin contar el número de fotos e, incluso, a veces sin contar las horas que estoy.
Trabajo para que recuerdes el día exactamente tal cual fue, y cuando las veas, te palpitará fuerte el corazón y pensarás: ¿Esto cuándo pasó